El fin del verano
Aunque el verano meteorológico finaliza el 21 de setiembre, no hace mucho tiempo que este lo marcaba en el inconsciente colectivo, a finales de agosto, una fuerte, intensa y breve tormenta. Las calles, que en muchas ocasiones todavía eran de tierra y estaban resecas y duras, se empapaban de la intensa agua caída convirtiéndolas en un barrizal. El aire olía a tierra mojada, heno, moho y todo el mundo sabía que ya había llegado. Estos referentes nos permitían contabilizar psicológicamente el paso del tiempo. Nuestro organismo se preparaba para afrontar otros retos que los de descansar, dormir, viajar o ir a la playa o la montaña.
Empezaba el tiempo de ponernos al día con los deberes del cole, planificar la cuesta de setiembre, comprar los libros de texto, iniciar el trabajo, ir sacando ropa de manga larga para afrontar el otoño y el posterior invierno. Ahora algunos de estos referentes ya no están o no lo están de la misma manera. Las tormentas se han vuelto erráticas y poco frecuentes. Caen cuatro gotas que básicamente recalientan todavía más el asfalto. Por ello nos toca decidir cuándo se acaba el verano en nuestro caso.
Estos primeros días de septiembre he vuelto a escuchar a los maestros que me acompañan estos últimos años y han sido la señal necesaria para recordarme y reengancharme a este nuevo curso. Soy psicoterapeuta y la exploración y aprendizaje a propósito de la Clínica Gestáltica, mí brújula para saber que ha llegado el momento de volver.
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Artista Ester Aragonés-La fera