El proceso estético puede ser doloroso, difícil… y justo por la intensidad, vivacidad, fuerza y dinamismo… ser bello. Lo contrario de la belleza no sería la fealdad sino la vaciedad, la parálisis, la fijación, la monotonía…
En una sesión de terapia van a ir alternándose en diferentes momentos elementos estéticos y otros anestésicos, corresponde al terapeuta identificarlos. Idealmente uno se apoyará sobre el otro para hacerlo más visible. Así en una sesión dominada por el aburrimiento o por la ansiedad para resolver un problema, un momento de vivacidad, de energía, de fuerza comenzará a sobresalir y hacerse presente y podremos observar este baile de figuras/fondos que está a la base de proceso creativo.
La identificación de estos procesos viene en ayuda del terapeuta para poder realizar el correspondiente trabajo de diagnóstico, evaluación y reorientación de la terapia.
En los procesos anestésicos o apáticos algo del entorno o del organismo no se ha tenido en cuenta y hay una clara dificultad para el surgimiento de una figura, hay una restricción del contacto, alguna necesidad vital no ha sida expresada.
La belleza, la estética del contacto es un instante breve, pre verbal, una función de campo, se capta a través de los sentidos abiertos al instante real presente, es un trabajo complicado en su simplicidad, del que sólo quedan cenizas, restos, trazos, líneas, una sensación de moderada satisfacción.