
«Soy la dueña del tiempo pero no del espacio»
Nunca lo hubiera dicho, tener una ELA y decir que soy dueña del tiempo, quizás vivir en la paradoja continua es lo que tiene.
Desde que nací la primera, no me fuera a perder algo, el tiempo ha sido un fiel compañero. Aunque en cada momento hice lo que tocaba por edad, como no repetir curso, siempre he tenido tiempo para hacer lo que no tocaba.
Los problemas vinculados al espacio y al tiempo han acompañado a l@s filosof@s desde hace mucho tiempo
Para los primeros filósofos el problema del «espacio» se centró en la discusión en torno a «lo lleno» y «lo vacío», al ser y al no ser. Sobre el «tiempo», distinguían entre lo intemporal, ligado al ser, y lo temporal, ligado al devenir.
Parece que el «por venir» y como «llenarlo», nos acompaña a las personas desde hace tiempo.
Y la Terapia Gestalt no ha sido ajena a esta cuestión desde su fundación.
Perls y Goodman introdujeron un giro fundamental, desplazan el self, lo deslocalizan, lo descentralizan y lo temporalizan. Ya no es que el self, el yo mismo individual, exista anteriormente y se revelase, se manifestase, se experimentase en el contacto, sino que ES el contacto.
Consideramos que Paul Goodman fue el artífice de esta gran aportación de la Terapia Gestalt hizo de «la temporalidad del self», un paso más allá de «la concepción espacial del self» como estructura fija y localizada (propuesta por el psicoanálisis con el yo, ello y superyó; consciente, inconsciente). El self se construye en cada situación, momento a momento.
Nuestra tendencia natural nos empuja a cosificar el Self, a situarlo en el centro del individuo, a darle contornos, a dotarle de atributos en los que algunos serían “verdaderos” y otros “falsos”. Ahora, el nuevo paradigma de PHG es: el Self es una operación reflexiva, una operación que presupone una integración en un campo para llegar a una diferenciación contínua. No es el individuo, es la individuación. El Self se está desplegando, flujo en el constante devenir, convirtiéndose en la vinculación, al hilo de sus contactos con su entorno tanto humano como no humano, en palabras de Jean Marie Robine.
Goodman también nos legó una concepción distinta del paso del tiempo donde lo siguiente no sustituye a lo anterior sino que se superpone, se yuxtapone, se añade… y los contenidos de las fases precedentes siempre están disponibles para ser elaborados, concretados, clarificados, definidos, impresionados, afectados, sensibilizados…en cualquier momento de la secuencia.
Desde las primeras palabras nuestro texto fundacional desubicaron la experiencia: “la experiencia se da en la frontera-contacto entre el organismo y su entorno” PHG.
De este modo la Terapia Gestalt, y por consecuencia la práctica clínica que de ella se desprende, atribuye un lugar esencial a la temporalidad en la aproximación a la experiencia.
Sin ser demasiado conscientes de ello, vivimos según un modo de pensar articulado en base a estas dos dimensiones: el tiempo y el espacio. La dimensión espacial es la más habitual, solemos pensar en términos de “por arriba/por abajo” (clase alta/clase baja), «prrofundo/superficial” (profundizar en tal idea o quedarte en las ramas), «interior/exterior» (la psique esta localizada en “el interior” del ser humano), «atrás/delante» incluso nuestra temporalidad se ve espacializada ya que el pasado está detrás de nosotros y el futuro ahí delante.
La Terapia Gestalt da un paso más y sin rechazar la dimensión espacial, hace hincapié en la dimensión temporal de la experiencia: primero con su concepto de ahora, y también, y sobretodo, con el concepto de proceso.
“Hay tres tiempos: el presente del pasado, el presente del presente y el presente del futuro”. San Agustín
Equipo PiN
Imagen, Fran Inarejos