EL TERAPEUTA EN LA SITUACIÓN CLÍNICA
El terapeuta tiene que renunciar a su poder, a la posición de saber y de dominio del otro. La posición de saber, generalmente activa la humillación del otro. Esto no significa no tener en cuenta las capacidades y competencias técnicas del terapeuta, si no la de elegir la definición que nos damos como terapeutas: o bien el de un experto en materia de problemas humanos, o el de un experto en movilizar las fuerzas creativas en el momento presente.
Tiene que renunciar a creer que la psicoterapia va a ser una ciencia. Si fuera una ciencia tendría un “objeto” de estudio y requeriría la creación de técnicas que permitieran la reproductibilidad de un saber que se muestra eficaz. Tampoco es un “arte” en nombre del cual se justifican cualquier propuesta donde la subjetividad esté presente. La psicoterapia es una práctica.
Que la o las teorías que nos ayudan a pensar no nos impidan ver lo que está ante los ojos. Cuando las teorías pasan de ser metáforas que nos ayudan a dar sentido a la experiencia a ser certezas, van a impedirnos estar abiertos a la situación. Los conceptos son reflejo de nuestra manera de pensar, pero a la vez influyen en lo que pensamos y cómo lo pensamos y lo que percibimos y lo que sentimos.