Cambio vs. Rutina. Un título interesante para la primera reflexión del 2015.
Los inicios de año vienen marcados por los buenos propósitos de cambio para realizar durante el mismo, a saber: gimnasio, dieta, dejar de fumar, casarse, divorciarse, tener hijos, estudiar, leer, hacer terapia, cambiar de trabajo o encontrarlo, imagino que cada persona podría añadir y hacer esta lista infinita.
Parece que el sonido de las campanadas funciona como un mantra que acciona el siguiente proceso:
El miedo a equivocarse, a rechazar o a ser rechazado, a hacer cambios se ha desvanecido con la última campanada.
La rutina de lo común, de lo diario (gimnasio, dieta, dejar de fumar, casarse, divorciarse, tener hijos, estudiar, leer, hacer terapia, cambiar de trabajo o encontrarlo…), se convierten de nuevo, como por arte de magia, en necesidades plenamente conscientes, nuevas y excitantes, recuperando el entusiasmo por esos buenos propósitos de cambio.
Nos aferramos así a la sensación de seguridad que dan los ajustes realizados ya en los comienzos de años pasados, pero viviéndolos como si de nuevo fueran la primera vez que nos los hacemos.
La excitación de los aparentes “nuevos propósitos de año” que podrían amenazar con romper y hacer pedazos la rutina se desintegran conforme llega el 7 de Enero. ¡Estamos a salvo¡
Lo único que nos vuelve a faltar es la excitación, el crecimiento y la sensación de estar vivo.
Pero con el paso de los años resulta que las campanadas están en spotify y una las puede poner cualquier día a cualquier hora, dar al pause tras cada campanada para no atragantarse, tomar gajos de mandarina, brindar con él y un único propósito “Tiempo sin tiempo”.
Y disfrutando de este “Tiempo sin tiempo” con otra gestáltica, es de donde surge este gran título, tras un encuentro un día cualquiera a una hora cualquiera, a pesar de los 2.746 kilómetros que nos separan, escribe y comparte sus propósitos un día cualquiera a una hora cualquiera.
¡Aquí y ahora soy yo CON otros! Gracias Rosa.
Cambio vs. Rutina. Por Rosa Mª Quirant. Psicóloga, feminista, alumna gestáltica
Mudarme de país, adaptarme a una cultura bien conocida. Pero “otra” cultura.
Tratar de ser yo en el mundo de otros.
Tratar de expresarme en las lenguas de otros.
Tratar de colar utopía en las fisuras del otro.
Tratar de hacer mío a parte del otro.
La identidad es flexible. Una suma de experiencias a la propia experiencia.
Pérdida y encuentro, todo a la vez.
Construcción y destrucción constante de mi ser.
Movimiento, excitación y crecimiento.
Pero… el proceso necesita de stops. 
Para… respira… siente… aquí y ahora.
A veces, ansío la rutina. ¡Ansiedad!
Para… respira… siente… aquí y ahora.
El proceso -yo- requiere de sus tiempos. Respetar sus tiempos. Respetarme.
¡Stop!
Respira… siente… aquí y ahora.
¡Stop!
Respiro… siento… aquí y ahora.
¡Aquí y ahora!:
Soy yo en el mundo de otros.
Me expreso en las lenguas de otros.
Cuelo utopías en las fisuras del otro.
Hago mío a parte del otro.
¡Aquí y ahora soy yo CON otros!
“Pero allí donde el self puede contar con su poder, no siente precisamente ninguna sensación de seguridad. Quizás tiene la sensación de estar dispuesto a todo: acepta la excitación, hace gala de un optimismo un poco loco sobre su capacidad de modificar la realidad y se acuerda habitualmente de que el organismo se autor regula sin agotarse ni explotar. (Esta sensación de estar dispuesto a todo es lo que los teólogos llaman fe). La respuesta a la pregunta “¿Puedes hacerlo?” no puede ser otra que: “Es interesante”. La sensación de adecuación y de poder se desarrolla a medida que cada problema aparece y genera su propia estructura, y al hacer esto encuentra nuevas posibilidades. Y, como por casualidad, las cosas se ponen en su sitio.” PHG, II, 12, 9, 6.