El primer ciclo que comenzó en 2009 ha finalizado su formación.
Es la primera promoción, como las primeras hijas buscadas y deseadas, tenemos una gran colección de imágenes de los grandes momentos vividos; no faltan los residenciales de cada ciclo, sus talleres, sus gestas épicas, la boda, los premios…
Y como dijo uno de los, ya colegas gestálticos, poeta de cabecera de este grupo: “las palabras solo pueden empequeñecer lo que siento”; gracias Jesús.
Como formadora y responsable de esta Escuela estoy orgullosa de cada uno y una de vosotras, gestáltic@s orgullos@s de pertenecer a la costa neoyorquina, apasionados por el libro fundacional “Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana” de Perls, Hefferline y Goodman, leales y comprometidos con la Teoría de campo que nos vertebra.
Diana, nuestra creadora de belleza, su pasión por la Terapia Gestalt crea una onda expansiva en cualquier situación en que te la encuentres.
Mª Angeles, nuestra gran docente, capaz de apasionar a sus alumnos por la química; y una frase que pasará a la posteridad como reflejo encarnado de la práctica gestáltica: “ ¡Por fin, ya sé que hago aquí¡”.
Mª Jose, su transformación y crecimiento continuo; a partir de ahora “La mala Amorós”.
María, buscadora incansable, ya estas en el hogar. “Y la palabra se hizo verbo”.
Eva, una “Gran Mujer”.
Vanesa, generosidad y disponibilidad, sus miradas transforman todo lo que alcanzan.
Jordi, riesgo, humor, espontaneidad, movimiento, sensibilidad a flor de piel. “Que gran suerte tus pacientes de encontrarte”.
Miriam, pestañas y trenzas, transformadas en una señorita sensual, blandita, cuyas lágrimas me han sabido gloriosas.
Cristina, constancia y curiosidad continua para entender, desmenuzarlo todo.
“Trabajamos, nos formamos, nos preparamos… para crear belleza. Es un trabajo duro y difícil que cuando surge parece simple. Somos artesanos de la forma.
Y todo llega al final y a la muerte y sólo quedan restos, trazos, líneas como las estelas de los barcos navegando. Construcción y destrucción.”
Nieves y Pedro