La Terapia Gestalt, desde un paradigma postmoderno, plantea que no podemos explicar el desarrollo humano en términos de causa y efecto, sino como desafíos continuos que nos llevan a una ansiedad que no podremos erradicar, pero si transformar en algo más productivo que nos ayude a vivir en un mundo caído. Es esta una posición, para nosotros más moral, aceptar que el caos, la incertidumbre, la ambivalencia… son elementos inherentes a la condición humana y que por tanto como psicoterapeutas a lo mas que podemos aspirar es a ayudar a vivir en el.
Podemos establecer unas características de la figura directamente observables que nos indican que ha habido una falta de contacto: “…es sosa, confusa, desprovista de gracia, carente de energía (una gestalt “débil”), que algo del entorno no se ha tenido en cuenta, que alguna necesidad orgánica vital no se ha expresado.”, podemos leer en nuestro libro fundacional “Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana”.
Como terapeutas sabemos que el proceso de contacto está siendo dificultado cuando la figura que esta tomando el primer plano tiene las características anteriores y por tanto que la función yo, esto es la capacidad de realizar elecciones (conducta moral) se ha perdido o está disminuida.
Proponemos que cada vez que la función yo esta disminuida o desaparecida las conductas resultantes serán inmorales.
Cuando realicemos elecciones basadas en introyectos, en normas externas establecidas por la familia, la sociedad, la pareja, la creencia religiosa…, estaremos según la propuesta de la ética postmoderna aceptando como conductas morales normas universales, que como sabemos son imposibles de establecer. Y por tanto el resultado del proceso de contacto será inmoral, las elecciones serán del estilo: “lo elijo porque es lo que tú esperas de mí”, “lo elijo porque Dios sabe que esto es lo que debo hacer”.
Cuando realicemos elecciones basadas en proyecciones, estaremos siguiendo la propuesta de la moral moderna de estar con el otro y por tanto correr el riesgo de manipularlo, dominarlo. La elección inmoral sería del estilo: “lo hago por tu bien”, “yo se que es lo mejor para ti”, “quien mejor que yo que te conozco”.
Cuando las elecciones estén basadas en la retroflexión, estaremos siguiendo el criterio de la ética moderna de la racionalidad, es bueno porque evitará sufrimiento, conflicto, etc; pero como establece la ética postmoderna la conducta moral es irracional. “No te lo digo porque se que no te va a gustar”, “Si te lo hago te enfadarás, te iras, me abandonarás…”
La característica común en todas ellas es que la elección no está basada en la responsabilidad de ser para el otro.
“… Los terapeutas gestálticos no deben intentar comportarse como los maestros espirituales budistas, predicando los valores éticos o los placeres de la vida del momento, ni siquiera aunque esto pueda deducirse del legado transmitido por la forma última de trabajar de Perls y la moda de los sesenta. Si una persona decide comportarse según alguna concepción de la vida en el momento presente, está bien, pero esto tiene menos que ver con la terapia que con la concepción personal que se pueda tener de una buena vida bien vivida. Y si, por otro lado, si una persona elige libre y reflexivamente vivir una vida de nostalgia, la Terapia Gestalt no tiene ninguna objeción…” (PHG)