Durante el fin de semana he formado parte, en esta ocasión como observadora, del proceso de contacto desplegándose.
Como siempre algo empieza a fraguarse antes del momento del encuentro, mensajes, mails, llamadas de teléfono que han ido enriqueciendo el fondo antes de llegar el sábado a las 10 de la mañana. Todo es confuso, un mundo de posibilidades se van poniendo al servicio del campo y llegan las 10 de la mañana, la sala va llenándose con la presencia de cada uno de nosotros. La novedad en el campo, formadora, ausencias, tema y primera ronda de contacto.
Y hoy, tras un día de descanso la figura que toma sentido para mí tiene que ver con la pertenencia. La necesidad imperiosa que todos tenemos para vivir de sentirnos pertenecientes a un grupo que es importante para nosotros. Pertenecer nos da la base, el apoyo para seguir hacia delante, saber que podemos ir y volver, arriesgarnos porque siempre podremos regresar a compartir y ser recibidos.
He encontrado una imagen que dice mucho de a donde yo me siento perteneciente en lo personal y en lo profesional; y que me da el respaldo para arriesgarme en el día a día.
Y quizás algo de ese sentido de pertenencia va formando parte del campo en el grupo de formación.