
Todos somos iguales, además quieren que seamos homogéneos». Javier Carreño, psiquiatra, psicoanalista
Desde hace un tiempo me acompañan, a través de la lectura y la escucha, diferentes profesionales de la salud mental con una orientación psicoterapeutica psicoanalítica. Ell@s hacen alusión al pensamiento binario que constriñe y limita nuestra práctica clínica.
El siglo XXI trae un gran reto, somos a la vez grandes consumidores y consumidos por otr@s. Parece que estamos en una cultura del acto (dar like en la red social) sin mediar el pensamiento, la construcción subjetiva (que sentido tiene ese like para mí).
Además en nuestro día a día, el pensamiento binario, nos organiza y clasifica; si/no, bueno/malo, saludable/tóxico, rico/pobre, norte/sur, dentro/fuera, derechas/izquierdas, hombre/mujer, niñ@/adult@, enferm@/san@, vacío/lleno, masculin@/femenin@, verdadero/falso, exceso/ausencia, ganar/perder… Añadir todas las que vengan a vuestra cabeza.
Nuestro libro fundacional «Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento de la personalidad humana» (PHG), en 1951 decía qué su plan era tratar de estudiar y de interpretar una serie de dicotomías neuróticas muy básicas de la teoría, para llegar a una teoría del self y de su acción creativa. A saber:
1. Cuerpo/Mente
2. Mundo Exterior/Self
3. Emocional (subjetivo)/Real (objetivo)
4. Infantil/Maduro
5. Biológico/Cultural
6. Poesía/Prosa
7. Espontáneo/Deliberado,
8. Personal/Social
9. Amor/Agresión
10. Inconsciente/Consciente.
La Terapia Gestalt nos propone sumergirnos en la Experiencia en curso, que nos llevará a de construir sentidos. En lugar de elegir lo uno o lo otro, mezclemonos todo lo posible y démonos el tiempo para perdernos en lo vago y lo confuso, tiempo para explorar si lo aparentemente unido es diferente y lo aparentemente separado, por diferente, tendría que estar unido. Minkowsky usa dos términos que ejemplifican este proceso: disyunción y vínculo. En la disyunción, lo que debería mantenerse unido está separado y en el vínculo lo que debería estar separado está unido, a veces incluso de manera extrema.
En este proceso de individuación, hay dos momentos en los que yo soy yo y tú eres tú, y donde podemos encontrarnos, ciertamente, pero también hay momentos en donde yo soy tú y tú eres yo, otros en los que sólo existe un sujeto indeterminado, otros en donde existe un nosotros, incluso ilusorio, también otros en donde no hay ninguna idea de quién soy yo y de quién eres tú, como tan claramente lo expresa Jean Marie Robine.
«La contundencia del sentimiento resultó de tal alcance que no perteneció a nadie y todos lo sintieron “. Ángel Gabilondo
Equipo PiN